domingo, 29 de enero de 2017

Es mi lucha

Es mi lucha:
inmerso en la nostalgia,
vago a través de los días.
Entonces, grande y fuerte,
penetro en la vida,
se acodan mil raíces en mí,
para madurar con el dolor
más allá de ella misma,
¡hacia la eternidad!.

Rainer M.Rilke

Esto es la nostalgia...

Esto es la nostalgia: vivir sobre las olas
sin hallar jamás asilo en el tiempo.
Y éstos son los deseos: conversar en voz baja
una hora, de un día cualquiera, con la eternidad.

Esto es la vida. Hasta el día en el que del ayer,
se eleve la más solitaria de todas esas horas,
y, su sonrisa, distintas a las de sus hermanas,
calle, a lo eterno entregada.

Ranier M. Rilke

¿Alguien puede decirme...

¿Alguien puede decirme
a dónde va mi vida?.
¿Es que soy un soplo en la tormenta?.
¿O una ola en el lago?.
¿No soy, por ventura,
este pálido y blanco abedul,
que se estremece en la primavera?.

Rainer M. Rilke

martes, 24 de enero de 2017

Libertad

Libertad

 Amante de los hombres
que te buscan bajo reyes,
dulce ilusion
de falsa esperanza.
Dueño de todos 
pero jamás sometida.
Brazos fríos son los tuyos,
que engañas y esperanzas 
a hombres desesperanzados,
porque tu amarga ilusion
mejor que la sumisión 
la encontramos.
 Por ti que por muchos fallecieron
 para dar mejor final a otros,
recordad a esos heroes
que sin capas vuelan,
arriesgando su vidas,
para que los demás no deban.
Que aunque cayeran 
en polvo olvidadizo,
aunque no lograran
cometido alguno,
ahora tiempo de recordarlos es.
Porque pecado sería el nuestro,
si olvidásemos a los héroes pasados,
que al proteger nuestras vidas
y dadnos libertad a la alegría,
ellos sacrificaran las vidas
y antes la alegría,
en guerras poco divertidas
que recordamos en nuestro día a día.

jueves, 19 de enero de 2017

La navidad

Navidad

Un agraciado día del año, un nacimiento nos dio la navidad
que ahora pasamos entre familia,
aunque en mi caso compartida está
con esa persona que quiero más que el hablar.
Aunque solo pocos días sean compartidas con mi navidad
tendremos que recordad que ni negra ni blanca son,
sino de un gris que nos hace recordar
a esas personas que con nosotros no estarán.
 Pero aun así estas habrá que apreciar,
ya que aunque unos falten otros si que estan
ya sean dos o tres, que más da.
El espíritu de la navidad jamás deberemos de olvidar,
ya que su nombre es el Amor,
que creado por nosotros siempre permanecerá.
Así que brindad y festejar,
que el amor nunca se irá.
Aquí os dejo con el significado de mi navidad,
que aunque sea joven os haré de pensar.
Así que disfrutad que la vie est belle
y eterna se verá.

Amar

Amar

Sin poder negar amamos,
magia del corazón embriagador
que vienes y vas sin dejarnos descansar.
Dulce armonía la de tu doloroso caminar,
que me magulla al ver los días pasar,
dejando la triste lluvia en mi rostro,
que para con el roce de tus labios en los mios.

Pobre sería yo si no te sintiera Amor,
deja que tus brazos me sigan dando calor,
tus ojos pasión, 
y tus besos mi parar de llorar.

Lejanía

Lejanía

Cercana desdicha la tuya,
aunque tu nombre lo contrario indica.
¿Que eres si no la muerte en vida?
 Todo llega con amor,
pero tu mi cálido corazón
rompes una tras otra vez.
¿Debe el dejar de amar?
Aunque significase dejar de morir,
prefiero mi corazón trizas hacer
que no sentir otra vez
 a mi lejano pero cercano amor.
 Pues preparate Lejanía,
que tu desdicha un día parará
y tu desdicha en mi corazón jamás hallarás.
Ya que el tren nunca más me alejará,
y mi amor eterno será.

martes, 17 de enero de 2017

Deseos

Deseos

Pequeño pecado que es el deseo,
duradero como los días
y siempre presente como el cielo en el día,
profundo como el mar o el océano
y sincero como el agua o la brisa.

Su llamada es como un suspiro,
que continua con un ojalá o debería.
Aunque comienzas siendo pequeño,
terminas como la luna 
puesta en el cielo de nuestras metas
deseando alcanzarla.

Adorado sea el día en el que tu dulce pecado
sea realidad y no ilusorio 
como sueño lejano,
que jamás sera alcanzado,
y en el que mis días sean siempre contigo
mi pequeño deseo,
y no lejanos como el universo sombrío.

Melodía

Melodía

Dulce Melodía que anuncia mi día,
capaz de embriagar en día
como cantos de sirenas con su dulce melodía.
Sonido Angelical,
 en manos del hombre,
capaz de hacernos llorar y aplaudir
antes del mediodía.
Dime Melodía,
¿Como entre tus cuerdas y arco 
haces sentir eternidad en un instante?
Hablame de nuevo mi dulce Melodía,
porque sin escucharte yo no aguanto.

Hazme de nuevo canciones de amor
lejanas pero cercanas,
que con tu violín tocadas,
las penas se me hacen lejanas
y mis alegrías muy cercanas.

Tren

Tren

Hola de nuevo mi viejo amigo,
otra vez nos reunimos
aunque solo seis horas.
Aveces me resultan inquietas y deseadas,
pero otras dolorosas y amargas.

Sin termino medio vivimos,
tanto tu en tus eternos railes,
como yo entre mi noche y día
o mi alegría y desdicha.
Sabios caminos recorremos juntos
como el de hoy un 5 de enero,
en el que tu me devuelves a casa
después de cuatro días 
que mi corazón llenaron de alegría.

Y aunque hoy me la quitaste,
mañana contaré los días
para un nuevo reencuentro
que alegre espero.

miércoles, 4 de enero de 2017

Cuento de navidad


Aquella era la última batalla. En ella se decidiría el destino de todo el universo conocido. Los “invasores” estaban cerca de la victoria. Mientras que los seres humanos, aún luchaban por sobrevivir en su moribunda galaxia y trataban de colonizar otras cercanas.
El comandante de todas las fuerzas humanas era Marcos, un joven hispano entrenado durante años con el único propósito de convertirse en un arma letal. Y no lo hacía mal, para tener sobre sí el peso de la responsabilidad de la supervivencia de toda la humanidad. Los invasores estaban atacando todas las posiciones humanas mientras que éstos se defendían como podían. La idea de Marcos era intentar un ataque desesperado al corazón del ejército invasor y estaba a punto de comenzar dicho ataque cuando las paredes de su estación espacial se desdibujaron sutilmente. La realidad se desvanecía, pero Marcos no se puso nervioso porque ya sabía lo que ocurría. Lo que se puso fue de muy mal humor.
Era su madre que le había desconectado. ¡Maldita sea! ¿Por qué siempre tenía que hacerlo en el mejor momento? Nada importaba las veces que le había dicho que jamás lo hiciera sin su permiso. Ahora Marcos se sentía desorientado. Tardó varios minutos en asimilar que estaba en su dormitorio y en reconocer la tristeza de su vida.
Sus padres les esperaban para cenar. Era navidad, esa estúpida tradición de una religión obsoleta. No podía entender cómo aún en el año 2216 seguían con esa cuento colectivo. Pero a sus padres les encantaba celebrarla. Les debería recordar cómo eran las cosas antiguamente. Fuera nevaba y dentro, en casa, parecía hacer más frío que en la calle.
Para Marcos era insoportable escuchar a sus padres comer y decir tonterías. Asentía con la cabeza a todo lo que decían mientras pensaba en volver a conectarse lo antes posible y en qué podría hacer en su realidad virtual. Era irónico, la humanidad entera dependía de él, y él perdiendo el tiempo en una cena conmemorando el nacimiento del supuesto redentor.
Entonces tomó una decisión. Fue a la habitación de sus padres. Sabía que en el armario guardaban un arma. La cogió y volvió al salón. Sin mediar palabra, pero mirándolo fijamente a los ojos disparó varias veces a su padre y luego a su madre. Entonces dejó el arma encima de la mesa y tranquilamente volvió a su dormitorio. Se conectó de nuevo a la realidad virtual y sintió un suave, leve y reconfortante placer.
(…)
Cuando la policía lo encontró seguía conectado, famélico por estar días o quizás semanas sin comer y completamente desorientado. Mientras lo llevaban detenido al hospital  para atenderlo de urgencia y hacerle una evaluación psiquiátrica le escuchaban farfullar frases sueltas e inconexas: “ejército invasor”, “comandante supremo”…

Juanjo Conseglieri

martes, 3 de enero de 2017




MANUSCRITO HALLADO EN BAYÁRCAL

En la Navidad del 2003 estuve pasando un fin de semana con unos amigos en la Alpujarra. Concretamente en una casa de Turismo Rural entre Paterna y Bayárcal. La casualidad hizo que a menos de un kilómetro se mantuviera todavía en pie lo que quedaba de otro antiguo cortijo que no había corrido tanta suerte como su pintoresco vecino, manteniendo con dudosa dignidad los ropajes de la ruina, los desconchones de un Tàpies y los ecosistemas de las ratas y los parásitos.
Pero no todo era paisaje: todavía quedaban en una estantería desvencijada hojas amarillentas e ilegibles de revistas de papel couché, junto a esqueletos de libros roídos por los ratones. Los días de mantecados y cava dejaron paso a la curiosidad. Sí: esa atracción por lo inservible, que me ha acompañado toda mi vida, me había llevado a dejarme olvidar entre aquel amasijo degradado, una mañana en que la lluvia canceló demasiado pronto una ruta de senderismo. Me creía Bécquer en Fitero… Entre los copos de granizo, la basura nostálgica y la nada sucia encontré una hoja escrita a mano. Se podía leer prácticamente entera, no tenía tantos años como el resto de los papelorios. La transcribo. Si no se tienen en cuenta las repeticiones y el mal estilo -consecuencia sin duda de la urgencia por comunicar algo considerado importante- hasta se podría sacar alguna consecuencia:

Aquellos que escribieron los libros que veneras no veneraban los libros. Veneraban la vida. La fiesta, la juerga, el vino, el sexo, el baile, la comida, el exceso, la naturaleza, la aventura, los viajes, el riesgo… Su hubieran venerado los libros, no habrían escrito esos maravillosos libros que tú ahora veneras. Amar el polvo de las bibliotecas solo beneficia a los alergólogos. Leer poco idiotiza. Pero leer demasiado distrae la atención. Nada es gratis. Y El Quijote es un precio demasiado bajo para adquirir un conocimiento útil y completo. Acumular libros para levantarles un altar es venerar a dioses muertos. Los verdaderos libros no llegan nunca al papel: se escriben con sangre y palabras que se lleva el viento después de que se hayan alojado en alguna memoria.


Aún guardo este papelajo: qué tontería más grande esta de acumular hojas y más hojas… 


Francisco  Martínez  Navarro